Historia Real Acaecida en la Primera Gran Guerra...
Alvin York (arriba), más conocido por Sargento York, fue un soldado estadounidense, que destacó en la Pimera Guerra Mundial, siendo el más condecorado de la contienda, por la hazaña de conquistar el solo, un puesto de ametralladoras alemán, matando a veinte soldados y haciendo prisioneros, al menos, a 132 de ellos.
Teniendo en cuenta que la película data de 1941, la Warner, pretendió con este film, enardecer al pueblo americano, ante la inminente entrada de E.E.U.U. en la Segunda Gran Guerra, como así sucedió (recuérdese que el ataque a Pearl Harbor, fue el 7 de diciembre de 1941), por lo que decidió llevar a la gran pantalla a uno de sus héroes.
Difícil papeleta le encargaron a Howard Hawks (foto izquierda), ya que el protagonista de la historia, afortunadamente, vivía todavía, y obviamente, había que contar con él, para presentar los hechos, lo más verosímiles posible, y no partir de datos erróneos que posteriormente dieran al traste con todo el montaje.
Para ello, se contó con él, hasta el extremo de que fue el verdadero Alvin, el que escogió a su doble en pantalla: Gary Cooper (foto abajo). Este, era reticente a interpretar un personaje vivo, y Alvin, tuvo que intervenir para convencerlo de aceptar dicho protagonismo.
Los detalles aportados por el legendario York, la maestría en la dirección de Hawks y la dignidad profesional de un ya mito de Hollywood, Cooper, concibieron una película, que se ve y se lee, que crece lentamente, como la vida misma, se toma los respiros que necesita el personaje y ofrece una visión distinta (en el plano fílmico) de lo que fue una ofensiva militar en los campos atrincherados franceses, cuestión esta, que aprovecharon después muchos cineastas, a la hora de planificar sus películas sobre la segunda guerra mundial.
Alvin York, experimentó un cambio radical en su vida: salió del medio rural, se incorporó a una unidad militar en contra de sus creencias cristianas que le hicieron pedir la objeción de conciencia, que le fue denegada; luchó por su patria y para proteger a sus compañeros, se convirtió en héroe de la contienda y de su país, entró con gloria a su vuelta, en la gran urbe y en los ambientes más distinguidos, y volvió casi sin hacer ruido a su pueblo, donde su vida era feliz.
Realmente, York, consiguió en vida, lo que muchos de nosotros, sólo conseguimos en sueños, y a su vuelta pudo casarse, y ser un miembro respetado por todos sus vecinos.
Todo esto, queda reflejado en la película, que con el tiempo se ha convertido en un mito y tema de discusión, pues su pretendido propagandismo de época, hoy no es aceptado como tal, escogiéndose más bien, el tono reflexivo del protagonista, en el sentido de que sus pensamientos y creencias, forjadas en férreas y jerárquicas estructuras, pueden en la actualidad parecer caducos, pero el tono que imprimió Hawks al film, hace imperar una moral más homogénea, liberal e individual, que justifica que esta historia, sea tenida en el presente, como una historia antibelicista.
He comentado anteriormente, el poco afán de Cooper, por protagonizar este film, aunque y por las razones apuntadas, finalmente aceptó.
Y aceptó, sin restricciones, para dar lo mejor de sí, para bordar el papel, llevando el peso de la producción y saliendo airoso hasta tal punto que le valió su primer Oscar (el segundo lo ganó por «Solo ante el pelígro» 1952).
La película, de una factura impecable, se ve con agrado, con un crescendo casi imperceptible, que nos va transportando a través de la vida de Alvin y sus vivencias más recordadas. Mencionar también, el papel de Walter Brennan, caracterizado como cura y consejero de York (foto arriba).
En definitiva, se trata de una historia para disfrutar en el entorno familiar, que contempla en parte, el viejo dilema entre el bien y el mal, visto desde la óptica personal, y el claro convencimiento del protagonista por sus ideales.
Commentaires