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Foto del escritorfrancisco javier costa lópez

Lord Byron «Manfred (Manfredo)». Mi Literatura Preferida 13

El gran romántico...



Lord Byron, en traje albanés, pintado en 1813 por Thomas Phillips. (Extraído de Pinterest)
Lord Byron, en traje albanés, pintado en 1813 por Thomas Phillips. (Extraído de Pinterest)

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Extraído de AMAZON (https://www.amazon.es/Manfred-Lord-Byron/dp/2844856047)
Extraído de AMAZON (https://www.amazon.es/Manfred-Lord-Byron/dp/2844856047)


MANFRED (MANFREDO)


Acto I: Escena I (Fragmento)

(Manfredo está solo en la galería de un antiguo castillo. Es media noche.)



Mi lámpara va a apagarse; por más que quiera reanimar su luz moribunda; no podrá durar tanto tiempo como mi desvelo. Si parece que duermo, no es el sueño el que embarga mis sentidos y sí el descaecimiento que me causan una multitud de pensamientos que afligen mi alma y a los cuales no me es posible resistir. Mi corazón está siempre desvelado y mis ojos no se cierran sino para dirigir sus miradas dentro de mí mismo; sin embargo estoy vivo, y según mi forma y mi aspecto, me parezco a los otros hombres. ¡Ah, el dolor debería ser la escuela del sabio! Las penas son una ciencia, y los más sabios son los que más deben gemir sobre la fatal verdad. El árbol de la ciencia no es el árbol de la vida. Filosofía, conocimientos humanos, secretos maravillosos, sabiduría mundana, todo lo he ensayado y mi espíritu puede abrazarlo todo, todo puedo someterlo a mi genio: ¡inútiles estudios! He sido generoso y bienhechor, he encontrado la virtud aun entre los hombres... ¡Vana satisfacción! He tenido enemigos; ninguno ha podido dañarme y varios han caído delante de mí: ¡inútiles triunfos! El bien, el mal, la vida, el poder, las pasiones, todo lo que veo en los demás ha sido para mí como la lluvia sobre la árida arena. Después de aquella hora maldita... No conozco el terror, estoy condenado a no experimentar nunca el temor natural, ni los latidos de un corazón que hacen palpitar el deseo, la esperanza o el amor de alguna cosa terrestre... Pongamos en práctica mis operaciones mágicas. Seres misteriosos, espíritus del vasto universo, vosotros a quienes he buscado en las tinieblas y en las regiones de la luz; vosotros que voláis alrededor del globo y que habitáis en las esencias más sutiles; vosotros a quien las cimas inaccesibles de los montes, las profundidades de la tierra y del Océano sirven muchas veces de retiro... Yo os llamo en nombre del encanto que me da el derecho de mandaros; ¡despertaos y apareced! (Un momento de silencio.) ¡No vienen todavía! ¡Bien!, por la voz de aquel que es el primero entre vosotros; por la señal que os hace temblar a todos; en nombre de aquel que no muere nunca... Despertaos y apareced... (Un momento de silencio.) Si es así... Espíritus de la tierra y del aire no eludiréis seguramente mis órdenes. Por medio de un poder superior a todos los que acabo de servirme, por un hechizo irresistible nacido en un astro maldito, resto ardiente de un mundo que ya no existe, infierno errante en medio del eterno espacio; por la terrible maldición que pesa sobre mi alma, por el pensamiento que tengo y que está a mi rededor, os requiero la obediencia: Apareced.

George Gordon Byron, conocido como Lord Byron




George Gordon Byron, más conocido por Lord Byron (título que heredó de su tío-abuelo William Byron), nació en Londres el 22 de enero de 1788. A los tres años, quedó huérfano de padre, quedando a expensas de su autoritaria madre, con la que guardó una relación de amor-odio, durante el tiempo que vivió en Inglaterra. Algo bajo de estatura y de complexión un tanto robusta, tenía un defecto de nacimiento en el pie derecho, que le hacía cojear, lo que significó muchas veces las burlas de la gente, aunque él lo utilizó con extremada soltura, confiriéndole a su andar, un estilo personal. Muy joven, a la edad de nueve años, fue puesto bajo la dirección de una institutriz, que lo encaminó por dispares caminos, haciéndole conocer La Biblia y enseñándole los primeros escarceos amorosos. Esto marcó sin duda al pequeño, y aunque siempre mantuvo, que ello no le perjudicó, si reconoció haber madurado personalmente, pese a su juventud. No obstante, este tipo de vida, sería en el futuro, habitual para él. Enamorado de una prima suya, mayor que él, sufrió su rechazo, lo que le impulsó a realizar sus primeras composiciones, despertando su habilidad para con las letras. Estudió en Cambridge, donde fue un buen estudiante, especializándose a la vez en boxeo y esgrima, siendo conocido además por su extravagante forma de vestir. En esos años, gastó su pequeña fortuna en licenciosas fiestas, tuvo multitud de amantes y dejo clara constancia de su bisexualidad. Aparte esto, empezó a escribir sus primeras obras poéticas. En 1811, fallece su madre y dos amigos, por lo que se obsesiona con la muerte, siendo recogido por su hermanastra, con la que tuvo relaciones incestuosas. En 1815, se casa con Anna Isabella Milbanke, con la que tuvo su única hija legítima Augusta Ada. Pero este matrimonio duró poco, y en 1816, acosado por deudas, por los rumores de su relación con su hermanastra (con quién tuvo una hija, Medora), y por las críticas a sus escritos antipatrióticos, abandonó Inglaterra, donde no regresaría jamás. Después de visitar Waterloo, fue directamente a Suiza, a convivir con el futuro matrimonio Shelley y con su médico personal J. W. Polidori, también escritor. Fue la noche del 17 de junio de 1816, cuando en la Villa Diodati, propiedad de Byron, acontecería un hecho de suma relevancia para el mundo de la literatura: la creación por parte de Mary Shelley de su personaje Frankestein. A partir de entonces, estuvo en constante movimiento, principalmente en Italia (Pisa, Roma, Génova, Venecia) y últimamente en Grecia. En Venecia, fundó el periódico «The Liberal» junto a Percy Shelley. Comisionado por Londres, para la independencia de Grecia, viajó allá en 1824, pero enfermó de malaria y murió el 19 de abril de 1824. Su cadáver, fue repatriado por el novelista y amigo personal de Byron, Edward Trelawny, siendo enterrado en la Iglesia de Santa María Magdalena, cerca de la Newstead Abbey, que fue propiedad de Byron. La obra de Byron, destaca en parte por su amplio carácter biográfico, y por la creación de ambiguos héroes, recreados por personajes excéntricos, defensores de los marginados, débiles o proscritos, cuestión esta, cercana a su propia ideología. Pero aunque su obra, reviste una importancia inusual, es a veces superada por el propio Byron, que demuestra con su comportamiento y modus vivendi, más que en ningún otro caso, la fusión del artista con su obra. Su obra capital «Don Juan», figura heredada de nuestro Tirso de Molina, se vio interrumpida por su prematura muerte, estando considerada como la obra de poema largo, más importante desde «El paraíso perdido» de John Milton. A su fallecimiento, constaba de 17 cantos, donde relata, a juicio de sus más fervientes seguidores, parte de sus andanzas en vida, y sobre todo su idealismo de libertades, rebeldía y oposición al orden establecido, personificado por un joven noble español. Su obra, perdura, por la atracción que su escritura ejerce sobre el lector, que intenta sobreponerse a la continua idealización propuesta por Byron, no exenta en ninguno de los casos, de pasajes cargados de emotividad y reflexión. Su obra, ha sido fuente de admiración e inspiración para renombrados autores como: Goethe, Lamartine, Jan Potocki, Poe, Bécquer, Hugo, Dumas o Karl Marx. Al igual que se gestó «Frankestein», o el «Vampiro» de John William Polidori en aquella tormentosa noche, Byron, con posterioridad y desarrollando un poema existencial, escribió la obra titulada «Manfred», un clásico de la literatura gótica, donde se emplean símbolos por aquel entonces desconocidos o tabúes, como las proyecciones astrales, la adivinación o el espiritismo. Su densidad y lirismo, fueron oportunamente adaptadas a la música por el maestro Tchaikovsky en su Sinfonía «Manfredo, Op. 58». Existe otra obra menos conocida «Manfred» de Robert Schumann, basada igualmente en el personaje creado por Byron.

Texto extraído de mi artículo sobre Lord Byron,

publicado en mi revista ESTRO nº 12


En efecto, Manfredo es un señor que vive en un castillo de los Alpes, en medio de las nieves y de los ventisqueros, que aborrece y desprecia a todo ser viviente, y que para buscar una sociedad más aristocrática y digna de él se ha entregado a la magia, y conversa familiarmente con los poderes sobrenaturales, con los espíritus de la tierra, del aire y de la luz, con las ninfas de las aguas y con el mismo genio del mal, Arimanes, a cuyo palacio acude en persona para evocar a un muerto, acordándose de que Saúl hizo lo propio la víspera de la batalla de Gelboé, y de que Pausanias, rey de Esparta, evocó a la bella Cleonice, su querida y su víctima, para que le revelase su destino. Manfredo, además de su desesperación vaga, tiene un motivo más concreto y determinado de dolor. Entre todos los individuos de su especie no ha encontrado más que uno que merezca su amor, y le ha amado y le ha dado muerte, no sangrienta, sino secando su corazón. Este amor de Manfredo, que se designa en el poema con el nombre de Astarté, y cuya sombra aparece dos veces, se ignora si es su hermana; pero en ciertos momentos, en medio de lo nebuloso y sombrío del poema, cree percibir el lector que es su hermana. Manfredo ha muerto a alguien, causando con este asesinato mucho dolor a Astarté: pero tampoco se acierta bien a distinguir si el muerto es el marido de Astarté, o su padre, o quién. Todo es profundamente misterioso y velado en el poema...

(Sobre “Manfredo”. Juan Valera. Biblioteca Virtual Universal)




“Flota la vida del hombre entre dos mundos, como una estrella en el horizonte entre el día y la noche. ¡Qué poco sabemos de lo que somos y menos todavía de lo que hemos de ser!. La eterna carrera del tiempo se lleva nuestras frágiles existencias; una ola llama a otra ola en el espumoso océano de los siglos, mientras que de los sepulcros de los imperios levántase un monumento como se levantan sobre la llanura inmensa del mar las pasajeras olas”. (Don Juan)

“Dulce es ser despertado por el canto de la alondra y arrullado en nuestro sueño por el ruido de la cascada… Es dulce la vendimia cuando los racimos caen en desorden y profusión al suelo humedecido del purpúreo jugo; es dulce y alegre el campestre paseo que nos aparta del tráfago de la ciudad… La reconciliación es dulce, y a veces también una querella; es dulce salir contra el mundo entero en defensa de un desvalido, y más dulce todavía volver al asilo de la niñez, que nunca se olvida. Pero más dulce que todo esto, y más dulce que todas las dulzuras de este mundo, es el primer amor, la primera pasión”. (Don Juan)

​Fragmentos de la obra «Don Juan» de Lord Byron








Sinfonía «Manfred» de Peter I. Tchaikowsky, basada en la obra de Byron.

Interpreta la Sinfonieorchester – Frankfurt Radio Symphony

Dirigida por Vasily Petrenko.




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