La Mafia de la Muerte...
El origen de la inmigración se deriva de diversos factores concurrentes en los países de procedencia, fundamentalmente, subdesarrollo (mala economía, y baja o nula laboralidad), sociológicos (falta de derechos esenciales: civiles, humanos, etc) y políticos (dictaduras y gobiernos sin representación popular), además de las feroces guerras, faltas de los más mínimos derechos humanos y que derivan en grandes holocaustos y exterminio tribal y las hambrunas, las enfermedades y pandemias que arrasan enormes extensiones y afectan a millones de personas, mientras que las ricas economías del resto del planeta, cierran ojos, oídos y bocas a las soluciones que podrían paliar en parte estos graves problemas.
La situación de la inmigración en España y en el resto de Europa, es un tema importante, que traspasa lo meramente ciudadano para convertirse en un asunto de estado. La situación estratégica de la Península Ibérica y Canarias en relación al continente Africano, las hacen vulnerables a la inmigración ilegal.
Poco o casi ninguno de los contingentes de inmigrantes que llegan a este país vienen con un contrato válido de trabajo, lo que haría que este problema se aminorara; por el contrario la masiva afluencia de inmigrantes clandestinos desborda a las fuerzas de seguridad y al propio gobierno en lo que respecta a sus deberes de acogida.
El problema radica en las falsas expectativas que mafias internacionales ofrecen a estas personas que con la ilusión de salir de su precariedad, entregan a estas los ahorros de toda una vida, por (en la mayoría de las veces) embarcarse en una aventura que por desgracia suele terminar mayoritariamente en tragedia, llegando a contabilizarse casi más muertes que inmigrantes vivos. Pero durante los últimos años, a nivel europeo, se han agravado estos movimientos migratorios (sobre todo por la cruel y despótica guerra de Siria), poniendo en tela de juicio nuestra solidaridad hacia estas personas, que no saben de fronteras ni de política, ni de guerras ni porqués, ni de libertades o culpabilidades.
Basta sólo con leer un poco la noticias internacionales para estremecerse con ellas:
"Al menos 34 inmigrantes muertos tras hundirse su embarcación en el Mediterráneo." (ABC 25.05.2017) "Al menos 34 muertos y 1.800 migrantes rescatados en una operación masiva en el Mediterráneo. La Guardia Costera italiana ha coordinado a lo largo de este miércoles doce operaciones simultáneas frente a las costas libias." (EL PAÍS 24.05.2017) "El número de inmigrantes muertos intentando llegar a España se duplica en dos años. Pasan de los 131 en 2014 a los 295 de 2016, según los datos recabados por APDHA."(EL PAÍS 23.02.2017) "Este 2016 bate el trágico récord de migrantes muertos en el Mediterráneo. Al menos 3.800 personas han perdido la vida en el mar al tratar de llegar a Europa" (EL PAÍS 27.10.2016) "La cifra de inmigrantes rescatados y muertos en aguas del Mediterráneo ha aumentado dramáticamente este año. La Organización Internacional para las Migraciones ha advertido de que si las cosas no cambian, el número de muertos este año podría superar los 30.000. El Ejecutivo comunitario presentó este lunes un plan de diez puntos para evitar tragedias como el naufragio de este fin de semana, que podría haber costado la vida a 850 personas." “Este mes de abril de 2015 has sido el más cruel, con el mayor número de muertos que cualquier otro mes en el Mediterráneo. Hasta el momento en este año, se han contabilizado 1.776 personas muertas en el Mediterráneo”, dijo el portavoz de ACNUR, Adrian Edwards. (EURONEWS 21.04.2015)
Pero no sólo llegan a España procedentes de África, también el continente Sudamericano y los países más pobres de él sobre todo Ecuador y en menor medida Chile, Paraguay o Argentina, envían inmigrantes confiados sobre todo en los lazos de hermandad y conocimiento del idioma.
En ambos casos el resultado es el mismo: quien viene a este u otro país sin un contrato de trabajo y consiguientemente sin un permiso de residencia, termina por convertirse en un inmigrante ilegal, y esto trae fatales consecuencias.
Para quien puede conseguir ese ansiado contrato, le esperan trabajos que la población local desestima por varios motivos, siendo el más importante la llamada de las grandes urbes donde se aglutinan las grandes industrias y la mayor parte de las empresas. En cambio para los ilegales empieza un rosario de sucesos: sin trabajo no tienen ingresos, sin ingresos no pueden optar a viviendas y alimentación, por lo que malviven en casas abandonadas amontonados y en condiciones salubres deplorables, aceptando cualquier tipo de trabajo con salarios ínfimos y lo que es peor sin ningún tipo de protección social o sanitaria.
Estas condiciones de vida extremas, hacen de este sector de la población un foco de posible delincuencia, que a fuerza de ser repetitivo, causa enfrentamientos entre los habitantes locales y estos grupos de inmigrantes. Todos recordamos los enfrentamientos sucedidos hace algunos años en El Ejido (Almería), por nombrar el más importante, producido a raíz de un asesinato, en donde los grupos más radicales prendieron la llama que originó tan gravísimos disturbios.
A grandes rasgos se ha expuesto un problema de enorme importancia, que deja a gobiernos enteros al borde de crisis sociales de gran envergadura.
A esto hay que sumar el escandaloso comportamiento de los países originarios de la inmigración que no hacen nada en absoluto para intentar corregir estos problemas, ayudando a sus ciudadanos a paliar sus faltas humanas, sociales, educativas, médicas, laborales y el amplio contenido de sus necesidades más básicas, a parte de canalizar las ayudas internacionales directamente al pueblo, sin que sirvan para su enriquecimiento personal o el de las mafias que alimentan este tipo de poder absolutista.
Sin un acuerdo entre gobiernos, este problema seguirá creciendo aunque la factura a pagar sea enormemente grande: la de las vidas de las personas que siguen y seguirán muriendo por conseguir una vida más humana.
Es penoso tener que pensar que estas persona mueren en pos de alcanzar un derecho reconocido Universalmente por la ONU (consultar) que lo aprobó en 1948.
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