Aprovecha el día... aprovecha el tiempo
Fotografía extraída de: Encyclopædia Britannica
https://www.britannica.com/biography/Robert-Herrick-English-clergyman-and-poet # / media / 1/263735/11565
Fecha de acceso: 4 de noviembre de 2020
Aparte del poema ¡Oh Capitán, mi Capitán!, que como ustedes saben, Walt Whitman (1819 - 1892), dedicó a título póstumo, a Abraham Lincoln(1809 - 1865), en la película «El club de los poetas muertos», otro poema, quizá menos conocido, es citado también (con menor protagonismo) y no deja de ser por ello, tan relevante como el anterior. Se trata de «A las vírgenes, para que aprovechen el tiempo», del poeta inglés Robert Herrick (1591-1674) que escribió textos religiosos y profanos. Este poema debió de ser publicado en su único libro «Hespérides (1648)», un extenso poemario de unos 1400 poemas de distinto estilo y temática. Herrick fue ordenado sacerdote en 1623, y esto, influyó sin duda en su escritura, de corte amorosa, elegíaca y eclesiástica. Respetuoso con el estilo clásico, y poseedor de una depurada técnica, sin embargo, no dotaba a sus poemas de una gran carga intelectual, estando influenciado por los ambientes rurales, el folclore de su tierra, la Biblia y los temas amorosos.
Algo ha de tener dicho poema, literariamente hablando (y lo tiene), para que uno de los máximos representantes de la pintura prerrafaelita, John William Waterhouse (1849 - 1917), pintara un exquisito lienzo al que dio por título, exactamente el primer verso de dicho poema:«Gather ye rosebuds while ye may» (Coged las rosas mientras podáis).
Peter Weir, conocido por firmar «Único testigo. 1985» o «Master and Commander. 2003»,
dirige la película «El club de los poetas muertos», que narra las actividades de un grupo de alumnos, en un colegio de élite, sobre todo en lo relacionado con los estudios de literatura, influidos por su nuevo profesor, el Sr. Keating, que les enseñará, por medio de la literatura y poesía, los valores que serán útiles en su vida futura, en su adaptación a la sociedad que los espera, con sus temibles garras. Pero por regla general, las buenas ideas, los buenos métodos de enseñanza, el aprendizaje de reglas de incalculable valor humano, están siempre enfrentadas con los resultados más «prácticos» que la sociedad y las instituciones por ella creadas, exigen, sin importar la moral, la ética y el libre albedrío. El resultado, es de esperar: sobra tan ilustre profesor.
Película de amplio debate, con un actor principal en gracia, secundado espectacularmente, por el elenco de actores que dan vida a los alumnos.
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