Creamos Pero Creamos Por Convicción...
Una de las cualidades humanas más vilipendiadas es el creer.
Nos educan con creencias, que unas veces han caducado y otras están en vías de demostración o renovación. Y esto nos confunde en el crecimiento, forjándose una forma de actuar, de pensar, que difiere claramente de la realidad. Llegamos a ser adultos, y creemos por inercia. Si nos preguntaran en que basamos cada uno de nuestros credos, no sabríamos responder en la mayoría de los casos.
Creemos que la fortuna nos sonreirá en algún momento, y aún siendo bueno para mantenernos en pos de ella, olvidamos la decrepitud del prójimo, bastante alejado de tales ansias, en un infortunio permanente. Creemos en la longevidad de nuestros días, y ello también es bueno, porque nos trae esperanza, pero olvidamos la muerte prematura a la que se encuentran abonados, millones de humanos. Creemos ser nobles, prudentes, compasivos, y es bueno para el alma esta búsqueda, pero a la primera chispa discordante, nos volvemos falsos, insensatos, inhumanos.
Todos creemos en algo, pero somos débiles y no esperamos mucho, tenemos ansiedad y una fe en delicado estado de salud. Y ahí, radica el problema: nos han enseñado a creer en multitud de cosas, la mayoría superfluas y anticuadas, sin valores ni éticos ni morales, ni de ninguna clase, mas, no nos han enseñado a tener fe, primero en nosotros mismos como entes autónomos que somos, y después como seres que pertenecemos a una comunidad maravillosa, por su variedad y por sus primitivas y nobles creencias: la humana.
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