El Ojo en el Cielo Nos Observa...
The Alan Parsons Project fue un grupo inglés de rock progresivo formado en 1975 en Londres y activo hasta 1990.1 La banda estuvo liderada por el productor, ingeniero y compositor Alan Parsons y el productor ejecutivo, compositor y vocalista Eric Woolfson.2 En él participaron varios músicos de estudio y un grupo amplio de cantantes. En conjunto grabaron un total de once discos, acreditándose la gran mayoría de las canciones como Woolfson/Parsons, quienes lograron vender más de cincuenta millones de copias. Su disco más popular fue Eye in the sky (1982)3 con el que alcanzaron el puesto 27 en listas británicas4 y el puesto 7 en el Billboard estadounidense. (Wikipedia)
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A finales del año 1981 Alan Parsons y su colega Eric Woolfson, compusieron el álbum Eye in the Sky, siendo lanzado al mercado discográfico en mayo de 1982, convirtiéndose inmediatamente en un éxito fulgurante, por lo que llegó a ser disco de platino y su canción estrella, que presta título al disco, alcanzó el nº 1 en España y Canadá.
Siempre he disfrutado con la música de The Alan Parsons Project y este disco, supuso la inmersión de sus artistas en el mundo e historia de los antiguos egipcios y sus legados cósmicos.
Temas como el instrumental Sirius, o los cantados Silence and I o el corte estrella Eye in the sky, fueron directamente a la médula de los alanparsianos y sin dilación, se convirtieron en grandes éxitos.
Yo tengo este vinilo, comprado a poco de salir, y en aquella época, de la que han pasado 36 años, lo escuché muchas veces, pero lo conservo en inmejorables condiciones. Quién me iba a decir o contarme, no hace muchos años, el paulatino y parece que imparable nuevo auge del disco de vinilo, lo que para todos cuantos oíamos la música en estado puro, ─ningún otro sistema de grabación se acerca a la pureza del vinilo─, significa una grata noticia.
Habrá quien diga que lo expresado anteriormente es una aberración: yo le invito a descubrirlo en las innumerables fuentes que puede encontrar en internet, eso sí, después de probarlo personalmente, aunque hay que tener en cuenta, que cada oído es distinto y su capacidad de audición, también.
Cuestión aparte, es la que muchos de los que hablan sobre estos temas, no consideran lo suficiente: el aparato reproductor de vinilos o giradiscos, y, eso si es de gran importancia en el mundo del vinilo.
Turntable, Plato, Giradiscos o Tocadiscos, hay muchos y de muy variada gama: desde los domésticos de unos pocos euros, a los que cuestan miles, como por ejemplo el AV Designhaus Derenville VPM 2010-1, cuyo precio es 531.000 euros (2019).
Pero volviendo a pisar suelo terrestre, por otros módicos precios, podemos tener aparatos reproductores de vinilos, que tengan una fidelidad importante y que ofrezcan un sonido más natural. Dejando aparte los fabricados para el todavía importante sector del DJ, hay una buena colección dentro de la gama HIFI.
Una regla sería, que por muy buena que sea una grabación, si el plato no tiene calidad, el sonido será pobre y distorsionado. Por este motivo, mi antiguo plato, un Garrard (marca inglesa de gran prestigio, desaparecida hace algunos años) de 1980, tuve que jubilarlo y me propuse buscarle sustituto. Menuda tarea, pues me ha llevado más de cinco meses, buscando por toda la web, hasta que al fin me he decidido por adquirir un giradiscos de sistema tradicional, es decir de transmisión por correa, pero totalmente modernizado, y con un diseño espectacular, unido a una realización técnica impresionante: un conjunto donde se aúnan calidad en su ingeniería técnica y calidad estética desbordante.
Se trata de un plato de la marca de EEUU, ION, mod. Pro500BT (Si te interesa está en Amazon. Míralo aquí).
Una verdadera delicia para los sentidos. Os dejo un vídeo en directo de cuanto acabo de exponer.
Y aunque me he desviado un poco del tema principal, la grabación, totalmente en directo, incluye un flash del tema «Silence and I».
En cuanto al disco completo, puedo decir, que ofrece una música en algunos momentos reflexiva pero atrayente y en otros, con el más puro rock tradicional, pulido por el tamiz sinfónico.
Un disco histórico e imprescindible en la discoteca de cualquier melómano que se precie.
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