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Confucio. Las Analectas. ¿Humanidades 550 años antes de Cristo? Opinión 30

Actualizado: 19 abr

Sabiduría Milenaria...



Ilustración del sabio chino Confucio
El sabio chino Confucio

Sin entrar en el aspecto discursivo de las humanidades, cuestión esta que por su complejidad no es objetivo de este artículo, sí comentaré, según mi opinión, que el declive de sus enseñanzas en los estudios académicos básicos, conlleva un detrimento de la sociedad en cuanto a sus valores más innatos, más necesarios y más útiles para todos.


Una sociedad sin principios básicos, es un rulo sin control que todo lo aplasta. Ante el feroz avance del todo vale existe un retroceso en los valores, que hoy, algunos ni se plantean. Mentir o mentirse en la ambigüedad, como he oído por ahí, de que somos muchos, de que madurar es cuestión de tiempo o que la mediocridad no es alarmante, es hacerle un flaco favor a una sociedad que hoy en día camina desbocada y sin freno.


En la España del Siglo XXI, somos los últimos de Europa en los programas educativos primarios y de bachillerato, pero somos los primeros en prepotencia. Nuestra gran mayoría de alumnos más jóvenes, desconocen quién es Cervantes, Goya, Velázquez, Manuel de Falla, Quevedo, Ortega y Gasset, Isaac Peral, Juan de la Cierva, Serrat, Picasso, Alberti... y una larga lista sin salir del territorio nacional, que aún hay que completar con el resto del mundo, hasta hacerla casi infinita. Y todavía es peor: preguntados por sus obras, la mayoría no las conoce, o las conoce de oídas. Hoy la lectura, ha quedado relegada, peor aún, suplantada por los grandes avances tecnológicos que todo nos dan y mucho nos quitan, y una sociedad sin lectura, es una sociedad sin escritura: me basta leer alguno de los escritos de nuestros alumnos para llegar a esta certeza y a esta decepción.

Recuerdo los famosos dictados, que el profesor nos hacía con frases pegadizas, pero solventes en su eficiencia ortográfica: la bacía del barbero, está vacía. ¡Cuántas veces tuve que copiar ¡la bacía del barbero se escribe con b! Sin embargo, a partir de la edad de 8 años, sabía leer y escribir correctamente y, por decir un dato que lo mida, con un 90% de corrección. Y había leído El Quijote 3 ó 4 veces, El Lazarillo de TormesHistoria de la vida del Buscón llamado don Pablos, sabía la autoría de las pinturas de Los Fusilamientos del 2 de Mayo y de La Rendición de Breda (Cuadro de las Lanzas), había oído El Sombrero de Tres Picos, me había dejado embaucar por las tesis de La Rebelión de las Masas, había visto el Submarino de Peral situado en la Plaza de los Héroes de Cavite de Cartagena, sabía lo que era un Autogiro y que este no era un Helicóptero, había oído hasta aprendérmela de memoria, hasta amarla con pasión, la canción Mediterráneo, había visto el Autorretrato de Picasso (por aquel entonces El Guernica, ni estaba en España ni se podía hablar de él, por razones obvias), e intuía porqué Se equivocaba la Paloma...

Por mi parte, no creo descubrir nada nuevo, pero si es bueno consultar de vez en cuando a los estudiosos de las cosas de la vida, que durante siglos, han depurado sus enseñanzas para hacérnoslas llegar y , que por lo menos, las leamos y mejor si cabe, que aprendamos algo de ellas.

Es el caso de Confucio (K'ung-fu-tzu, literalmente «Maestro Kong». 551 a 479 a. C.), nacido en Lu, hace 2568 años, que nos dejó para la posteridad multitud de enseñanzas, que aún conservan su pleno valor moral y educativo. Su libro más estudiado es las Analectas, transcripción más o menos literal de los debates con sus discípulos, las preguntas de ellos y las contestaciones y explicaciones del maestro. Murió en la ciudad de Lu y fue enterrado en Qufu (Shandong). La residencia familiar, el templo y cementerio de Confucio, fueron declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1994.

Por medio de un excelente poeta americano, Ezra Pound, pude conocer una traducción de algunos fragmentos de su obra Analectas, de las que entresaco para general conocimiento las  siguientes:

Del libro segundo.

XV

  • Confucio dijo: la investigación de los hechos falta de pensamiento es una pura trampa y un enredijo; el mero pensamiento sin datos suficientes, una temeridad.

XVIII

  • Dijo: Yu, ¿quieres una definición de saber? Saber es poner en práctica lo que se sabe, y cuando no se sabe, no tratar de aparecer como que se sabe, eso es saber.


Del libro cuarto.


XI

  • El hombre cabal se ocupa de examinar su conciencia y actuar de acuerdo con ella; el mediocre se ocupa de sus propiedades, el hombre superior, de la legalidad, el hombre insignificante, de conseguir favores.

XV

  • Dijo: no preocupado de perder el puesto, sino de estar capacitado para desempeñarlo; no preocupado por ser desconocido, sino por hacer algo digno de conocerse.

Del libro sexto.

XXV

  • No tener y pretender tener, estar vacío y presumir de plenitud, ser un tacaño y dárselas de liberal: así es difícil alcanzar la consistencia.

Del libro octavo.

XIII

  • Cuando un Estado funciona bien, la pobreza y el desprestigio son motivos de vergüenza; cuando un Estado está en desbarajuste (i. e. mal gobernado, bajo un gobierno corrompido), la riqueza y los honores son la vergüenza.

Del libro undécimo.

XV

  • Tze-Kung preguntó: ¿Quién es mejor, Shih o Shang? Él dijo: Shih se pasa de la raya, Shang no llega a la raya. Tze dijo: ¿Entonces Shih es el mejor? Él dijo: es lo mismo pasarse que no llegar.

Del libro duodécimo.

XVII

  • Chi K'ang preguntó sobre el gobierno. Kung (Confucio) dijo: gobernar es corregir. Si el gobernante es correcto, ¿quién va a ser incorrecto?

Del libro decimotercero.

XII

  • Dijo: con gobiernos honrados en una generación se produciría la consiguiente humanización del pueblo.

Del libro decimocuarto.

XXXV

  • Dijo: un caballo no es de primera calidad por su fuerza, sino por una feliz combinación de cualidades.

Del libro decimoquinto.

XVII

  • Dijo: de la substancia de la justicia el hombre honrado hace sus obras. Dicho de otro modo; otra forma de decirlo: el hombre honrado hace sus actos con la substancia de la equidad. (Como en las últimas palabras de Ta S'en: el tesoro de un Estado es la honradez. El capital del Estado es la honradez. La riqueza de un Estado es su honradez. La prosperidad de un pueblo es la honradez de su gobierno).

Estos son algunos fragmentos entresacados de una obra magnánima y totalmente vigente hoy en día, y si no, podríamos preguntárselo a la clase política, al gobierno... pero eso... eso es otra historia.



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